Borges cuenta que es una ópera-ballet en la que reina el elemento tanguero. Narra la cruel historia de amor y muerte de una pobre muchacha cuyo padre es asesinado y que, por error, hará morir también a su hombre (las pistas narrativas están tomadas de los relatos de Jorge Luís Borges, el ciego que vaga por la escena como voz que recita), Bacalov reunió todos los códigos lingüísticos de la música del siglo XX, desde Prokofiev, Bartók hasta Shostakovich, para dibujar, ya desde la obertura, un fondo fangoso y opresivo, sobre el que las pinceladas «ambientales» de los bandoneones y las canciones de goce inmediato: verdaderas canciones fascinantes con sabor sudamericano en las que se extiende una profunda y desencantada melancolía, o duelos dolorosos, como el hermoso lamento que acompaña el castigo de Ester por la muerte de su padre. Reina el tango, con páginas de gran vitalidad, eficacia y variedad expresiva.
