Stefano y Giovanna son una típica pareja de clase media alta del norte de Italia de la época, aburrida tras ocho años de matrimonio. Franco Giraldi pone inmediatamente sus cartas sobre la mesa en la primera escena, mientras están en un barco en el lago: su rutina se ha vuelto tan monótona que ambos predicen con el pensamiento lo que su cónyuge va a decir. Aunque Stefano también se permite escapadas con su secretaria y acude a prostitutas, lo que realmente le molesta es la idea de intercambiar parejas, es decir, que su mujer le engañe en un juego de aparente complicidad.
El director ofrece un retrato despiadado de la sociedad italiana de la época, en la transición de una década y en un momento clave de su modernización social, la introducción de la institución legal del divorcio que tuvo lugar, en un contexto de extrema laceración de las fuerzas políticas, a finales del año en que se estrenó Cuori solitari, 1970. La película tiene su eco en la manifestación del comité antidivorcio para la moral pública, del que Stefano es proveedor y en el que participa hipócritamente. Y aquí también se añade la corrupción al despiadado retrato de Italia que hace Giraldi, con el emisario de la comisión exigiendo un soborno. Al acto moralista en la iglesia le sigue la protesta de los fanáticos pro-divorcio, entre ellos el hermano alternativo de Giovanna.
La mirada de Franco Giraldi es severa para todos. El hermano de Giovanna, que reivindica la vida de hippie y rechaza el mundo de los que van a trabajar con corbata, es pródigamente provisto de comida, propinas e incluso una cámara fotográfica por su hermana burguesa. El falso swinger, cuya mujer resulta ser una escort contratada por él, habla ridículamente de la explotación neocapitalista. En el año en que Italia se dividía entre los que estaban a favor y los que estaban en contra del divorcio, la práctica tan transgresora del intercambio de parejas estaba ya evidentemente extendida, como demuestran los numerosos anuncios en revistas eróticas que compra Stefano, avergonzado de ello como Woody Allen en El dictador del estado libre de bananos. Pero al fin y al cabo, esta es la paradoja a la que nos enfrenta Giraldi. El intercambio de parejas proporciona a la pareja por definición, es un adulterio mutuo y consciente, y por lo tanto es absolutamente compatible con el matrimonio y su indisolubilidad.
Fuente
Géneros: comedia – drama
Reparto
Ugo Tognazzi: Stefano
Senta Berger: Giovanna
Silvano Tranquilli: Diego
Clara Colosimo: Carla
Banda sonora de Luis Bacalov
Fino all’orizzonte