Diamantes Signo de Sangre

(Diamanti Sporchi di Sangue)

Director Fernando Di Leo

1977

Luis Bacalov Diamanti Sporchi di Sangue Di Leo Buchet

Primer plano de un teléfono que suena. Contesta Guido Mauri, mientras al otro lado, su jefe, Rizzo, le da el visto bueno: proceda con el golpe. Pero un chivatazo hace estallar la olla y Guido Mauri pierde cinco años de su vida. No han pasado ni cinco minutos y ya estamos en el corazón palpitante de la obra, de esos «Diamantes signo de sangre» que deberían haberse titulado inicialmente (según el guión) «Roma calibro 9». De hecho, Diamantes signo de sangre conserva una continuidad ideal del modelo original «Milano calibro 9» en sus personajes y su entramado argumental, una continuidad reafirmada por la elección de confiar una vez más el papel de femme fatale (en este caso, no demasiado) a la belleza corruptora de Barbara Bouchet, que, de angulosa dama oscura en un caparazón setentero en la obra maestra de 1972, es revisitada aquí a través de lentes que desactivan su ambigüedad: reina en apariencia, pero en realidad peón en un juego más amplio que sus pérfidas intenciones. Donde Diamanti adquiere su propio ADN y peso específico es en el vuelco de los aspectos tópicos y las «localizaciones» clave que en Calibro 9 se desarrollaban según una incontrovertible y fatal progresión de acontecimientos, cuyo punto de llegada se materializaba en un epílogo «ya escrito» y puesto en cuestión desde los primeros planos, pero no por ello menos sangrante y cruel. La fotografía, en esencia, de un mundo desesperado y nihilista. En el episodio romano, lo que destaca y da sentido y profundidad, en medida diferente del clásico al que se hace referencia, es la presencia de un manual ético y moral que guía las (re)acciones de los protagonistas, típico de muchas apologías criminales (Melville) pero hasta entonces casi completamente ausente en las historias y ambientes contados por Di Leo, ambientes que el propio autor conocía como el salón de su casa. Esta novedad ayuda a ver Diamantes signo de sangre como un «noir ideológico», una nueva cita en el cine de Fernando Di Leo, que con la Trilogía del milieu parecía haber dicho todo lo que había que decir sobre el género. La contrapartida a este patrón de comportamiento de los bajos fondos es Tony, la nueva mano derecha de Rizzo a la que presta su físico nervioso un monumental e histriónico Pier Paolo Capponi, un personaje dileiano como pocos y que, como pocos, consigue imprimir a sus secuencias una marca de maldad (in)sana y gratuita. El épico e interminable combate cuerpo a cuerpo entre el propio Capponi y Cassinelli (exactamente diez años antes de que Carpenter nos lo mostrara en su ‘Ellos viven’), magistralmente orquestado mediante un hábil uso de la cámara en mano constantemente pegada a los dos contendientes, aún permanece bien anclado en la memoria cinéfila. Paradójicamente, o quizás precisamente por esta inversión de parámetros, Diamantes signo de sangre resulta ser una obra extremadamente oscura y nocturna, en cierto modo expresión de ese canto del cisne que pocos años después decretaría el fin del noir como género de consumo, pero al mismo tiempo una película vibrante y densa, una página importante en la historia del cine de género italiano.
Denden

Fuente

Género: crimen drama

Reparto
Claudio Cassinelli: Guido Mauri
Martin Balsam: Rizzo
Barbara Bouchet: Lisa
Pier Paolo Capponi: Tony
Olga Karlatos: Maria Capozzi
Vittorio Caprioli: Comisario Russo

Banda sonora Luis Bacalov

Luis Bacalov Diamanti Sporchi di Sangue Di Leo Buchet
Luis Bacalov Diamanti Sporchi di Sangue Di Leo Buchet
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